lunes, 18 de mayo de 2015

Reseñas bibliográficas al 18 de mayo de 2015

Nombre
Reseña #1
Reseña #2
Reseña #3
Ariel Espíndola



Cecilia Díaz Recchi
Aprobada


Florencia Olivadoti



Gherlly Troche Cruz



Giuliana Yaskulka
Aprobada


Juliana Ramos



Keila González
Aprobada


Marco Fernández



María Yevara



Mónica Cardozo González
Aprobada
Rehacer

Rocío Matta



Romina Montresor



Sandra López
Aprobada
Aprobada

Virginia González



Inicio Destacados EL SÍNDROME DE SOLOMON O EL MIEDO A DESTACAR EN EL AULA EL SÍNDROME DE SOLOMON O EL MIEDO A DESTACAR EN EL AULA

El artículo de hoy tiene como finalidad darte a conocer qué se entiende por el Síndrome de Solomon y qué repercusión tiene dicho síndrome entre los alumnos de un aula. Porque hablar sobre el Síndrome de Solomon es hablar de la importancia del miedo a destacar, es hablar de la presión que ejerce el grupo sobre determinados alumnos que sobresalen en el aula por su esfuerzo, sus conocimientos y sus valores. Así que no te entretengo más y paso a enseñarte qué se entiende por el Síndrome de Solomon y de qué manera podemos ayudar a que nuestros alumnos ganen en confianza y superen el complejo de inferioridad y la envidia de sus semejantes. ¿Me acompañas?
Síndrome-de-Solomon-Magazine-INED21
Foto de shutterstock
¿En qué consiste el Síndrome de Solomon?
Se podría decir que el Síndrome de Solomon es un trastorno que tiene como particularidad que la persona que lo padece evita destacar o sobresalir por encima de las otras personas, por encima de un grupo, debido a la presión que dicho grupo ejerce sobre él por distintos motivos. Ahora que sabes qué es el Síndrome de Solomon, te estarán viniendo alumnos tuyos que expresan o experimentan un miedo o un recelo a destacar sobre el resto de sus compañeros ante un logro.
La presión del grupo. El experimento de Solomon Ash
No quiero continuar este artículo sin antes hablarte del psicólogo estadounidense Solomon Ash. Fue en el año 1951 cuando este investigador realizó un experimento que iba a ser crucial para entender la presión del grupo sobre un individuo. Concretamente, el experimento que realizó Ash consistió en visitar un instituto para llevar a cabo una prueba relacionada con la conducta humana y muy influida por el entorno o presión social. Para la realización de dicho experimento contó con la ayuda de 123 estudiantes. Este fue el experimento que llevó a cabo.
Solomon Ash seleccionó a siete alumnos y los juntó en una clase. Estos alumnos se compincharon con Ash. Junto con estos siete alumnos Ash seleccionó a un octavo alumno al que hizo creer que participaba junto con los otros siete alumnos en una prueba de visón.
La prueba de visión realizada por Ash, que se había hecho pasar por oftalmólogo, consistía en distinguir diversas líneas verticales con longitudes diferentes. No entraré en detalles sobre el experimento porque quiero centrarme el en objeto y resultado del mismo. Ash realizó una pregunta tan fácil como obvia a los siete alumnos compinchados y cada uno respondió de manera incorrecta, pese a la facilidad de la respuesta. Tras las siete respuestas erróneas tocaba el turno al octavo alumno, el alumno que no estaba compinchado y que había oído y presenciado las respuestas incorrectas de los siete alumnos que le precedían. Este mismo procedimiento se llevó a cabo 18 veces con los 123 alumnos.
El resultado fue verdaderamente sorprendente. Solomon Ash comprobó que tan sólo una cuarta parte de los participantes no compinchados respondió correctamente todas las veces que realizaron las pruebas de visión; las tres cuartas partes restantes confesaron que en algún momento se dejaron influir por la respuesta de los siete alumnos compinchados. De hecho, los alumnos no compinchados confesaron a Ash que habían dado la respuesta errónea sabiendo a ciencia cierta que era errónea y que, si lo hicieron en algún momento, fue por miedo al ridículo, entre otras razones.
Tras este experimento Solomon Ash llegó concluyó que las personas están mucho más condicionadas por el entorno de lo que ellas creen. Para Solomon Ash:
“La conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría”.
El Síndrome de Solomon en el aula
El Síndrome de Solomon es un síndrome que habita en muchas de las aulas de los centros educativos. Y existe porque hay alumnos que padecen una baja autoestima y temen destacar porque relacionan el éxito escolar con la marginación del grupo o parte del grupo clase. Porque lo que pasa en el aula en muchas ocasiones es un reflejo de lo que sucede en la sociedad.
De ahí que sea tan importante trabajar con los alumnos la importancia de una correcta gestión de las emociones que permita a determinados alumnos destacar por lo que saben, lo que aprenden y lo que enseñan al resto del grupo. De lo que se trata es de que estos alumnos no se sientan vulnerables frente a la posible presión que ejerce un grupo clase. Por eso es por lo que hay que luchar contra la envidia, la burla, la marginación o la amenaza.
Es un hecho que la condición humana ha tenido un miedo inherente a destacar y a sobresalir por encima de un grupo por lo que supone de diferenciación y por el peligro de exclusión que lleva implícito. Porque para sobresalir de un grupo sólo será posible con una correcta gestión de las emociones.
Algunas pautas para que tus alumnos superen el Síndrome de Solomon
Tengo el pleno convencimiento de que para que tus alumnos superen el Síndrome de Solomon es imprescindible que como docente des un paso al frente en el aula y, a partir de la observación del grupo, tomes conciencia de las fortalezas y debilidades del mismo. Pero, ¿cómo puedes combatir el Síndrome de Solomon en el aula? Aquí van algunas orientaciones:
  • Promover la conciencia de grupo. Es fundamental que el grupo logre estar unido y se considere sólo uno. Para ello es recomendable realizar dinámicas de grupo en el aula para reforzar los lazos de unión entre todos los alumnos.
  • Promover el refuerzo positivo incondicional. Hay que aprender a premiar el esfuerzo, y hacerlo a través de la palabra, verbalizando y tomando conciencia ante un logro de un alumno. Para saber cómo responder ante el logro de un alumno te remito al siguiente enlace.
  • Premiar el error. Sí, has oído bien. Tan importante es celebrar el logro de un alumno como el error. Hay que hacer ver a los alumnos que se puede destacar desde el error y que el error es una forma más de aprendizaje.
  • Fomentar el cooperativismo. Otro recurso muy válido para superar el Síndrome de Solomon es a través de los grupos de trabajo o aprendizaje cooperativo. Mediante esta metodología los alumnos aprenden el valor y la importancia de la ayuda mutua.
  • Practicar actos de bondad. Practicar la bondad para vencer la envidia. Si quieres ver un ejemplo de cómo realizar un acto de bondad en el aula, te recomiendo la lectura de este enlace.
  • Fomentar la resiliencia. La resiliencia permite al alumno asumir con flexibilidad situaciones que le ponen al límite. Mediante la resiliencia el alumno gana en autoconfianza.
  • Fomentar la asertividad. Ser asertivos consiste en decir lo que uno piensa sin la necesidad de gritar ni ofender al otro. El Síndrome de Solomon viene, de hecho, porque las personas que lo padecen son poco asertivas y prefieren el silencio a la réplica. De ahí que sea tan importante que aprendan a ser asertivos ante un logro.
El Síndrome de Solomon. A modo de conclusión

Luchar contra las críticas, contra la envidia, contra la intolerancia es algo que tus alumnos deben asumir como parte de su crecimiento integral. Se trata, por tanto, de que tomen conciencia de que sobresalir en esta sociedad es algo positivo porque se fundamenta en la cultura del esfuerzo y de la honestidad. Es fundamental que tus alumnos aprendan a admirar las cualidades de sus compañeros, valoren su esfuerzo y sean capaces de verbalizarlo de forma asertiva. Hay que desterrar de una vez por todas el miedo a destacar en las aulas y promover una cultura del reconocimiento, del esfuerzo constante y diario donde los méritos individuales puedan trascender al grupo clase. Este es mi deseo y esta ha sido la razón por la que he querido darte a conocer el Síndrome de Solomon. Espero y deseo que su lectura haya sido de tu agrado.

jueves, 14 de mayo de 2015

Crecimiento de editoriales universitarias

Tendencia

Los sellos universitarios crecen en las grietas de las editoriales comerciales


sta hace pocos años, el libro publicado por las universidades satisfacía sólo necesidades curriculares, pero desde 2010, con el desarrollo de sellos propios, las universidades se ocupan -además- de la literatura, la divulgación científica, las ciencias sociales y las artes visuales con ejemplares que apenas superan los 200 pesos, en volúmenes de calidad, con notas críticas, anexos e imágenes.
Más que ganancias, las editoriales universitarias han buscado hasta ahora construir una marca para sus sellos y darles prestigio con un catálogo original. En la Feria del Libro que terminó el fin de semana, stands como el de la Red de Editoriales de las Universidades Nacionales (REUN) y el de Unsam Edita -que obtuvo el premio al mejor institucional- convocaron a nuevos lectores con títulos comoEjercicio plástico, ensayos sobre muralismo compilados por Néstor Barrio y Diana Wechsler; El hilo grabado, un clásico de Fina Warschaver, o una antología de textos de Luis Gudiño Kramer. Oche Califa, director cultural de la Fundación El Libro, adelantó que en 2016 ocuparán un lugar aún más visible.
Según datos de la Secretaría de Políticas Universitarias, en el país existen hoy 53 universidades nacionales y 49 privadas. Entre las primeras, reconocidas por el Consejo Interuniversitario Nacional -del que depende la REUN-, 42 tienen editorial propia. Y 32 entre las privadas. Estos sellos producen alrededor de 1900 novedades por año, cantidad que representa cerca del 9% de los títulos registrados en la Argentina. El 60% de las editoriales está en proceso de profesionalización; el 20%, como la de la Universidad de Avellaneda, la de Tierra del Fuego o la de Río Negro, en proceso de creación. El 20% restante corresponde a las consolidadas: la de la Universidad del Litoral, la de la Universidad de La Plata, Eduvim (de Villa María), Ediunc (de Cuyo), la editorial de la Universidad de Quilmes, Unsam Edita (de la Universidad Nacional de San Martín) y Eduner (de Entre Ríos).
"La principal incidencia es en materia de bibliodiversidad -opinan Guillermo Mondejar y Gustavo Martínez, de Eduner-. Las editoriales universitarias publicamos títulos que el sector comercial difícilmente consideraría para sus catálogos. Muchas universidades asumimos la edición de obras olvidadas, que suponen un trabajo de largo aliento en cuanto a la investigación y rescate de autores y textos." Eduner ha sacado obras de Amaro Villanueva, Juan José Manauta, Juan L. Ortiz y Francisco Madariaga, entre otros. Paralelamente, la Unsam prepara el lanzamiento de Letras, colección dirigida por el Nobel J.M. Coetzee, con títulos de poesía y narrativa de escritores del hemisferio sur para un público amplio.
Eudeba, en verdad una sociedad mixta, ha actuado como modelo de las editoriales universitarias. Su stand en la feria, construido por Corradini & Asociados, obtuvo el primer premio para puestos de más de 100 metros cuadrados. Allí se destacaba la presentación de Boris, la primera tableta para sus e-books. "La universidad, cuando decide intervenir en el campo editorial, lo hace con el objetivo de cumplir su misión principal, que es promover, preservar y difundir la cultura", dice Gonzalo Álvarez, presidente de Eudeba. Y agrega: "Si bien las editoriales universitarias comparten características, también tienen importantes diferencias, ya que en definitiva el proyecto tiene que ser pertinente con el de la universidad en la que se inserta".
Esas diferencias, opina Flavia Costa, fundadora de la editorial Unipe (Universidad Pedagógica), se vinculan con el grado de profesionalización de las editoriales, que hasta hace poco se consideraban ajenas al circuito de distribución y venta de libros. En los últimos años, el progreso de estas publicaciones impulsó la capacitación de profesionales -muchos de ellos docentes- en cuestiones relativas a la rentabilidad. Como el presupuesto de las editoriales depende del rectorado o de las secretarías académicas, se deben sortear varios obstáculos, desde la contratación de un libro hasta su puesta en circulación. Licitaciones, diseños de tapa e impresión, contratos de personal demandan un tiempo y un esfuerzo que los sellos comerciales allanan por completo. "En las universidades ganar dinero con la publicación de libros estaba mal visto hasta hace poco", comentan. Ese tabú empieza a romperse en beneficio de la construcción de catálogos. Las menos favorecidas se financian con fondos de programas de investigación o de ventas de apuntes.
Mónica Aguilar, responsable del equipo editorial de la Universidad de Quilmes, aporta algunos datos: "La editorial de la Unqui publica entre 25 y 30 títulos por año, y ya posee un catálogo vivo de más de 200 libros". Agrega que en los últimos años el porcentaje de recursos por ventas aumentó de un 20% a un 50%.

LIBROS INSIGNIA

"La edición universitaria en la Argentina debía aprovechar el proceso de polarización entre las editoriales multinacionales y las editoriales comerciales de capital nacional, que tienden cada vez más a dejar de lado libros de fondo, que necesitan publicar cada vez más best sellers que compitan contra los tanques de las corporaciones -dice Carlos Gazzera, director de Eduvim y coordinador de REUN-. La edición universitaria se debe ubicar en esas grietas, entre esos extremos, y construir desde allí un núcleo de fortaleza."
De cara al futuro, la REUN intentará consolidar el Foro Mundial de la Edición Universitaria en la Feria del Libro de Fráncfort y construir, junto con la Asociación de Editoriales Universitarias de América latina y el Caribe (Eulac), políticas regionales para la promoción del libro. La edición universitaria duplicó su producción respecto de 2010. Pasó de 1000 a 1903 novedades, con tiradas que van de los 200 a los 300 ejemplares. "En los próximos años alcanzaremos el umbral de los 350 o 400 ejemplares de promedio por título. Pasaremos de ser un puñado de editoriales con presencia en la cadena comercial a ser más de 20 sellos con distribución", comenta Gazzera.
La REUP (Red de Editoriales Universitarias Privadas) abarca 25 editoriales de instituciones universitarias privadas en la Argentina. Aunque muchos de los libros que publican aún se parecen más a materiales bibliográficos que a libros, hay algunas excepciones. Entre ellas, la Editorial de la Universidad Católica de Córdoba, que publica colecciones de interés general, como la de Arquitectos Cordobeses del Siglo XX, que está dirigida por el arquitecto José Santillán. Carla Slek, directora de publicaciones del sello, responde sobre los desafíos de las editoriales universitarias privadas. "El principal es la profesionalización. No es el único, pero es el que hace falta asumir, y para ello el trabajo en diálogo con otras editoriales universitarias agrupadas en la REUN es fundamental."
Editores de universidades públicas y privadas coinciden en que el paso obligatorio en la tarea de promoción cultural es convertir las editoriales universitarias en empresas competitivas dentro de un mercado concentrado, con profesionales capacitados en el cuidado del libro.


martes, 12 de mayo de 2015

Pierre Bourdieu_la lógica de los campos

Entrevista a Pierre Bourdieu – La lógica de los campos: habitus y capital

La noción de campo forma parte, junto con las de habitus y capital, de los conceptos centrales de su obra, que comprende estudios sobre los campos artístico y literario, el campo de las grandes escuelas, los campos científico y religioso, el campo del poder, el campo jurídico, el campo burocrático, etc. Usted utiliza la noción de campo en un sentido muy técnico y preciso que está, quizás, en parte ocultado por su significación corriente. ¿Podría decir de dónde viene esta noción (para los americanos evoca, en forma verosímil, la Field theory de Kurt Lewin), qué sentido le da usted, y cuáles son sus funciones teóricas?
Como no me gustan mucho las definiciones profesorales, querría comenzar con un breve excursus sobre su uso. Podría remitir aquí al Métier du sociologue. Es un libro un poco escolar, pero que contiene sin embargo principios teóricos y metodológicos que permitirían comprender que una cantidad de abreviaciones y elipses que quizás se me reprochan son de hecho rechazos concientes y elecciones deliberadas. Por ejemplo, el uso de conceptos abiertos es un medio para romper con el positivismo -pero ésta es una frase hecha. Para ser más preciso, es un medio permanente para recordar que los conceptos no tienen sino una definición sistémica y son concebidos para ponerse en práctica empíricamente de manera sistemática. Nociones tales como habitus, campo y capital pueden definirse, pero solamente en el interior del sistema teórico que constituyen, nunca en estado aislado.
Dentro de la misma lógica se me pregunta frecuentemente, en Estados Unidos, porqué no propongo teoría «de mediano alcance» (middle-range theory). Pienso que sería en principio una manera de satisfacer una expectativa positivista, a la manera del ya viejo libro de Berelson y Steiner (1964) compilación del conjunto de las leyes parciales establecidas por las ciencias sociales. Como lo mostró Duhem hace mucho tiempo en el plano de la física, y luego Quine, la ciencia no conoce sino sistemas de leyes. Y lo que es verdadero con respecto a los conceptos, es verdadero con respecto a las relaciones. Del mismo modo, si uso mucho más el análisis de correspondencias que el análisis de regresión múltiple, por ejemplo, es porque es una técnica relacional de análisis de los datos cuya filosofía corresponde exactamente, a lo que es, a mi modo de ver, la realidad del mundo social. Es una técnica que «piensa» términos de relaciones, precisamente yo intento pensar la noción de campo.
Pensar en términos de campo es pensar relacionalmente (1968b, 1982c, pp 41-42). El modo de pensamiento relacional (antes que «estructuralista», más estrecho) es, como lo mostró Cassirer en Substance et Fonction, la marca distintiva de la ciencia moderna, y se podría mostrar que se la encuentra tras las empresas científicas tan diferentes, en apariencia, como las del formalista ruso Tynianov, la del psicólogo Kurt Lewin, la de Norbert Elías y las de los pioneros del estructuralismo en antropología, en lingüística e historia, de Sapir y Jakobson a Dumézil y Levi-Strauss. (Lewin invoca explícitamente a Cassirer, como yo, para superar el sustancialismo aristotélico que impregna espontáneamente el pensamiento del mundo social). Yo podría, deformando la famosa fórmula de Hegel, decir que lo real es relacional: lo que existe en el mundo social son relaciones -no interacciones o lazos intersubjetivos entre agentes sino relaciones objetivas que existen «independientemente de las conciencias y de las voluntades individuales», como decía Marx.
En términos analíticos, un campo puede definirse como una trama o configuración de relaciones objetivas entre posiciones. Esas posiciones se definen objetivamente en su existencia y en las determinaciones que imponen a sus ocupantes, agentes o instituciones, por su situación (situs) actual y potencial en la estructura de la distribución de las diferentes especies de poder (o de capital), cuya disposición comanda el acceso a los beneficios específicos que están en juego en el campo, y, al mismo tiempo, por sus relaciones objetivas con las otras posiciones (dominación, subordinación, homología, etc.).
‘En las sociedades altamente diferenciadas el cosmos social está constituido por el conjunto de esos microcosmos sociales relativamente autónomos, espacios de relaciones objetivas que son el lugar de una lógica y de una necesidad irreductibles a aquellas que rigen los otros campos. Por ejemplo, el campo artístico, el campo religioso y el económico obedecen a lógicas diferentes: el campo económico emergió, históricamente, en tanto que universo en el que, como se dice, «los negocios son los negocios», business is business, y del que las relaciones de parentesco, de amistad y de amor están, en principio, excluidas; el campo artístico, por el contrario, se constituyó en y por el rechazo, o la inversión, de la ley del provecho material (1971d).
Usted utiliza frecuentemente la imagen del «juego» para dar una primera intuición de lo que entiende por campo.
Efectivamente, se puede comparar el campo con un juego (aunque a diferencia de un juego no sea el producto de una creación deliberada y no obedezca a reglas, o mejor, regularidades no explicitadas y codificadas). Tenemos de este modo apuestas que son, en lo esencial, el producto de la competición entre los jugadores; una investidura en el juego, illusio (de ludus, juego): los jugadores entran en el juego se oponen, a veces ferozmente, sólo porque tienen en común el atribuir al juego y a las apuestas una creencia (doxa), un reconocimiento que escapa al cuestionamiento (los jugadores aceptan, por el hecho de jugar el juego, y no por un «contrato», que vale la pena jugar el juego) y esta connivencia está en el principio de su competición y de sus conflictos. Disponen de triunfos, es decir de cartas maestras cuya fuerza varía según el juego: del mismo modo que cambia la fuerza relativa de las cartas según los juegos, la jerarquía de las diferentes especies de capital (económico, cultural, social, simbólico) varía en los diferentes campos.
Dicho de otro modo, hay cartas que son válidas, eficientes en todos los campos -son las especies fundamentales de capital-, pero su valor relativo en tanto que triunfos varía según los campos, e incluso según los estados sucesivos de un mismo campo. Dando por supuesto que, más fundamentalmente, el valor de una especie de capital -por ejemplo el conocimiento del griego o del cálculo integral- depende de la existencia de un juego, de un campo en el que ese triunfo puede ser utilizado: un capital o una especie de capital es aquello que es eficiente en un campo determinado, como arma y como apuesta de lucha, lo cual permite a su, portador ejercer un poder, una influencia; por lo tanto, existir en un campo determinado, en lugar de ser una simple «cantidad despreciable». En el trabajo empírico el determinar qué es el campo, cuales son los límites, y determinar qué especies de capital actúan en él, dentro de qué límites ejerce sus efectos, etc., es una misma cosa. (Se ve que las nociones de capital y de campo son estrechamente interdependientes.)
Es en cada momento el estado de las relaciones de fuerza entre los jugadores lo que define la estructura del campo: se puede imaginar que cada jugador tiene delante de sí pilas de fichas de diferentes colores, correspondientes a las diferentes especies de capital que posee, de manera tal que su fuerza relativa en el juego, su posición en el espacio de juego, y también sus estrategias de juego, lo que se llama en francés su « juego» (jeu), los golpes, más o menos riesgosos, más o menos prudentes, más o menos subversivos o conservadores que emprende dependen al mismo tiempo del volumen global de sus fichas y de la estructura de las pilas de fichas, del volumen global de la estructura de su capital; pudiendo diferir dos individuos dotados de un capital global más o menos equivalente tanto en su posición como es sus tomas de posición, en tanto que uno tiene (relativamente) mucho capital económico y poco capital cultural (un patrón de una empresa privada, por ejemplo); y el otro tiene mucho capital cultural y poco capital económico (por ejemplo un profesor).
Más exactamente, las estrategias de un «jugador» en lo que define su juego dependen de hecho no sólo del volumen y de la estructura de su capital en el momento considerado y de las chances en el juego (Huyghens hablaba de lusiones, siempre de ludus para definir las probabilidades objetivas) que ellas le aseguran, sino también de la evolución en el tiempo del volumen y la estructura de su capital, es decir de su trayectoria social y de las disposiciones (habitus) que se constituyeron en la relación prolongada con una cierta estructura objetiva de chances.
Y esto no es todo: los jugadores pueden jugar para aumentar o conservar su capital, sus fichas, es decir conformemente a las reglas tácitas del juego y a las necesidades de la reproducción del juego y de las apuestas; pero pueden también trabajar para transformar, parcial o totalmente, las reglas inmanentes del juego, cambiar por ejemplo el valor relativo de las fichas, la tasa de cambio entre diferentes especies de capital, por estrategias tendientes a desacreditar la sub-especie de capital sobre la que reposa la fuerza de sus adversarios (por ejemplo el capital económico) y a valorizar la especie de capital de la que ellos están particularmente dotados (por ejemplo el capital jurídico). Numerosas luchas en el campo del poder son de este tipo: especialmente las que apuntan a apoderarse de un poder sobre el Estado, es decir sobre los recursos económicos y políticos que permiten al Estado ejercer un poder sobre todos los juegos y sobre las reglas que los rigen.
Esta analogía permite ver el lazo entre los conceptos que usted pone en juego en su teoría. Pero es necesario ahora retomar de manera más precisa ciertas cuestiones. En primer lugar, ¿Cómo se determinan la existencia de un campo y sus fronteras?
La pregunta acerca de los límites del campo se formula siempre dentro del campo mismo y, en consecuencia, no admite una respuesta a priori. Los participantes de un campo, por ejemplo las empresas económicas, los sastres, los escritores, trabajan constantemente para diferenciarse de sus rivales más próximos, con el objetivo de reducir la competencia y establecer un monopolio sobre un sub-sector particular de campo (habría que corregir esta frase, que sucumbe al «sesgo» teleológico -aquel que me atribuyen frecuentemente cuando se comprende que hago de la investigación de la distinción el principio de las prácticas culturales: todavía un efecto funesto -hay una producción de diferencia que no es en nada el producto de la investigación de la diferencia; hay mucha gente -pienso por ejemplo en Flaubert- para la cual existir dentro de un campo es, eo ipso, diferir, ser diferente, afirmar la diferencia; esta gente estaba frecuentemente dotada de características que hacían que no debieran estar allí, que debieran haber sido eliminados de entrada; pero cierro el paréntesis); trabajan también para excluir del campo una parte de los participantes actuales o potenciales, especialmente elevando el derecho de entrada, o imponiendo una cierta definición de la pertenencia: es lo que hacemos, por ejemplo, cuando decimos que X o Y no es un sociólogo, o un verdadero sociólogo, conforme a las leyes inscriptas en la ley fundamental del campo tal como nosotros la concebimos. Sus esfuerzos para imponer y hacer reconocer tal o cual criterio de competencia y de pertenencia pueden resultar más o menos exitosos, según la coyuntura. De este modo, las fronteras del campo no pueden determinarse sino por una investigación empírica. Toman sólo raramente la forma de fronteras jurídicas (con, por ejemplo, el numerus clausus), incluso si los campos conllevan «barreras a la entrada», tácitas o institucionalizadas.
A riesgo de parecer que sacrifico la tautología, diría que se puede concebir un campo como un espacio en el que se ejerce un efecto de campo, de manera que lo que le ocurre a un objeto que atraviesa ese campo no puede ser explicado completamente por sus solas propiedades intrínsecas. Los límites del campo se sitúan en el punto en el que cesan los efectos de campo. En consecuencia, hay que tratar de medir, en cada caso, por medios variados, el punto en el que esos efectos estadísticamente detectables declinan o se anulan en el trabajo de investigación empírica, la construcción de un campo no se efectúa por un acto de decisión. Por ejemplo, no creo que el conjunto de las asociaciones culturales (coros, grupos de teatro, clubes de lectura, etc.) de tal Estado americano o de tal departamento francés constituya un campo. Opuestamente, el trabajo de Jerome Karabel (1984) sugiere que las principales universidades americanas están ligadas por relaciones objetivas tales que la estructura de esas relaciones (materiales o simbólicas) ejerce efectos en el interior de cada una de ellas. Lo mismo con respecto a los diarios: Michael Schudson (1978) muestra que no es posible comprender la emergencia de la idea moderna de «objetividad» en el periodismo, si no se ve que dicha objetividad aparece en diarios cuidadosos de afirmar su respeto de las normas de respetabilidad, oponiendo las «informaciones» a las simples «noticias» de los órganos de prensa menos exigentes. Solamente estudiando cada uno de estos universos puede establecerse cómo están concretamente constituidos, dónde terminan, qué forma parte de ellos y qué no, y si constituyen verdaderamente un campo.
¿Cuáles son los motores del funcionamiento y del cambio del campo?
El principio de la dinámica de un campo reside en la configuración particular de su estructura, en la distancia entre las diferentes fuerzas específicas que se enfrentan en él. Las fuerzas que son activas en el campo que el analista selecciona de ese hecho como pertinentes, porque producen las diferencias más importantes, son las que definen el capital específico. Como he dicho a propósito del juego y de los triunfos, un capital no existe ni funciona sino en relación a un campo: confiere un poder sobre el campo, sobre los instrumentos materializados o incorporados de producción o de reproducción, cuya distribución constituye la estructura misma del campo; sobre las regularidades y las reglas que definen el funcionamiento del campo; y sobre los beneficios que en él se engendran.
Campo de fuerzas actuales y potenciales, el campo es también un campo de luchas por la conservación o la transformación de la configuración de sus fuerzas. Además, el campo, en tanto que estructura de relaciones objetivas entre posiciones de fuerza, sostiene y orienta las estrategias por las cuales los ocupantes de esas posiciones buscan, individual o colectivamente, salvaguardar o mejorar su posición e imponer el principio de jerarquización más favorable a sus propios productos. Dicho de otro modo, las estrategias de los agentes dependen de suposición en el campo, es decir en la distribución del capital específico, y de la percepción que tienen del campo, es decir de su punto de vista sobre el campo en tanto que vista tomada a partir de un punto dentro del campo.
¿Qué diferencia hay entre un campo y un «aparato» en el sentido de Althusser o un sistema tal como lo concibe Luhmann, por ejemplo?
Una diferencia esencial: en un campo hay luchas, por lo tanto historia. Soy muy hostil a la noción de aparato que es para mí el caballo de Troya del funcionalismo de lo peor: un aparato es una máquina infernal, programada para alcanzar ciertos objetivos. (Ese fantasma del complot, la idea de que una voluntad demoníaca es responsable de todo lo que sucede en el mundo social, frecuenta el pensamiento « crítico»). El sistema escolar, el Estado, la Iglesia, los partidos políticos o los sindicatos no son aparatos, sino campos. En un campo, los agentes y las instituciones luchan, siguiendo las regularidades y las reglas constitutivas de ese espacio de juego (y, en ciertas coyunturas, a propósito de esas mismas reglas), con grados diversos de fuerza y, por lo tanto, con distintas posibilidades de éxito para apropiarse de los beneficios específicos que están en juego en el juego. Los que dominan en un campo dado están en posición de hacerlo funcionar en su provecho, pero deben tener siempre en cuenta la resistencia, la protesta, las reivindicaciones, las pretensiones, «políticas» o no, de los dominados.
Ciertamente, en ciertas condiciones históricas, que deben ser estudiadas de manera empírica, un campo puede comenzar a funcionar como un aparato. Cuando el dominador logra anular y aplastar la resistencia y las reacciones del dominado, cuando todos los movimientos se dirigen exclusivamente desde lo alto hacia lo bajo, la lucha y la dialéctica constitutivas del campo tienden a desaparecer. Hay historia desde que la gente se rebela, resiste, reacciona. Las instituciones totalitarias -asilos, prisiones, campos de concentración- o los Estados dictatoriales son tentativas de poner fin a la historia. De este modo, los aparatos representan un caso límite, algo que puede ser considerado como un estado patológico de los campos, pero es un límite nunca realmente alcanzado, incluso en los regímenes dichos «totalitarios» más represivos.
En cuanto a la teoría de los sistemas, es verdadero que encontramos en ella un cierto número de parecidos superficiales con la teoría de los campos. Se podría fácilmente retraducir los conceptos de «auto-referencialidad» o de «auto-organización» por lo que yo coloco bajo la noción de autonomía; en los dos casos, es verdad, el proceso de diferenciación y de autonomización juega un rol central. Pero las diferencias entre las dos teorías son sin embargo radicales. En primer lugar, la noción de campo excluye el funcionalismo y el organicismo: los productos de un campo dado pueden ser sistemáticos sin ser productos de un sistema, y en particular de un sistema caracterizado por funciones comunes, una cohesión interna y una autoregulación -postulados de la teoría de los sistemas que deben ser rechazados. Si bien es verdad que en el campo literario o en el campo artístico se pueden tratar las tomas de posición constitutivas de un espacio de posibles como un sistema, estas tomas de posición posibles forman un sistema de diferencias, de propiedades distintivas y antagónicas que no se desarrollan según su propio movimiento interno (como implica el concepto de autoreferencialidad), sino a través de los conflictos internos al campo de producción. El campo es el lugar de relaciones de fuerza -y no solamente de sentido- y de luchas tendientes a transformarlo y, por lo tanto, el lugar de un cambio permanente. La coherencia que puede observarse en un estado dado del campo, su aparente orientación hacia una función única (por ejemplo en el caso de las grandes escuelas de Francia, la reproducción de la estructura del campo del poder) son el producto del conflicto y de la competencia, y no de una suerte de autodesarrollo inmanente de la estructura.
Una segunda diferencia mayor es que un campo no tiene, partes, componentes, cada sub-campo tiene su propia lógica, sus reglas y regularidades específicas, y cada etapa en la división de un campo conlleva un verdadero salto cualitativo (como, por ejemplo, cuando se pasa de un nivel del campo literario en su conjunto al sub-campo de la novela o del teatro). Todo campo constituye un espacio de juego potencialmente abierto, cuyos límites son fronteras dinámicas, que son un juego de luchas en el interior del campo mismo. Un campo es un juego que nadie ha inventado y que es mucho más fluido y complejo que todos los juegos que puedan imaginarse. Digo esto para aprehender plenamente todo lo que separa los conceptos de campo y de sistema, hay que ponerlos en práctica y compararlos a través de los objetos empíricos que producen.
Brevemente, ¿cómo debe conducirse el estudio de un campo, y cuáles son las etapas necesarias en este tipo de análisis?
Un análisis en términos de campo implica tres momentos necesarios y conectados entre sí (1971a). En primer lugar, se debe analizar la posición del campo en relación al campo del poder (1983c), donde ocupa una posición dominada. (O, en un lenguaje mucho menos adecuado: los artistas y los escritores, o más generalmente los intelectuales, son una «fracción dominada de la clase dominante»). En segundo lugar, se debe establecer la estructura objetiva de las relaciones entre las posiciones ocupadas por los agentes o las instituciones que están en competencia en ese campo. En tercer lugar, se deben analizar los habitus de los agentes, los diferentes sistemas de disposiciones que han adquirido a través de la interiorización de un tipo determinado de condiciones sociales y económicas y que encuentran en una trayectoria definida en el interior del campo considerado una ocasión más o menos favorable de actualizarse.
El campo de las posiciones es metodológicamente inseparable del campo de las tomas de posición, entendido como el sistema estructurado de las prácticas y expresiones de los agentes. Los dos espacios, el de las posiciones objetivas y el de las tomas de posición, deben ser analizados juntos y tratados como «dos traducciones de la misma frase», según la fórmula de Spinoza. Dicho esto, en situación de equilibrio el espacio de las posiciones tiende a comandar el espacio de las tomas de posición. Las revoluciones artísticas son el resultado de la transformación de las relaciones de poder constitutivas del espacio de las posiciones artísticas, que se vuelve posible por el encuentro de la intención subversiva de una fracción de los productores con las expectativas de una fracción de su público, es decir, por una transformación de las relaciones entre el campo intelectual y el campo del poder (1987g). Lo que es verdadero para el campo artístico vale también para otros campos. Se puede de este modo observar la misma correspondencia entre las posiciones en el campo universitario en la víspera de mayo del 68 y las posiciones tomadas en ocasión de esos acontecimientos, como lo muestro en Homo academicus, o incluso entre las posiciones estratégicas de los bancos y empresas en el campo económico y las estrategias que ponen en práctica en materia de publicidad o de gestión del personal, etc.
Dicho de otro modo, ¿el campo es una mediación capital entre las condiciones económicas y sociales y las prácticas de quienes forman parte de él?
Las determinaciones que pesan sobre los agentes situados dentro de un campo determinado (intelectuales, artistas, políticos o industriales de la construcción) no se ejercen nunca directamente sobre ellos, sino solamente a través de la mediación específica que constituyen las formas y las fuerzas del campo, es decir luego de haber sufrido una reestructuración (o si se prefiere, una refracción) que es más importante cuanto más autónomo es el campo, es decir que es más capaz de imponer su lógica específica, producto acumulado de una historia particular. Dicho esto, podemos observar toda una gama de homologías estructurales y funcionales entre el campo de la filosofía, el campo político, el campo literario, etc., y la estructura del espacio social: cada uno de ellos tiene sus dominantes y sus dominados, sus luchas por la conservación o la subversión, sus mecanismos de reproducción, etc. Pero cada una de estas características reviste en cada campo una forma específica, irreductible (pudiendo ser definida una analogía como un parecido en la diferencia). De este modo, las luchas en el interior del campo filosófico, por ejemplo, están siempre subdeterminadas y tienden a funcionar en una lógica doble. Tienen implicaciones políticas en virtud de la homología de las posiciones que se establecen entre tal y tal escuela filosófica, y tal y tal grupo político o social dentro del espacio social tomado en su conjunto.
Una tercera propiedad general de los campos es el hecho de que son sistemas de relaciones independientes de las poblaciones que definen esas relaciones. Cuando hablo de campo intelectual, sé muy bien que, dentro de él, voy a encontrar «partículas» (simulemos por un momento que se trata de un campo físico) que están bajo el imperio de fuerzas de atracción, de repulsión, etc., como en un campo magnético. Hablar de campo es acordar la primacía a ese sistema de relaciones objetivas sobre las partículas. Se podría, retomando la fórmula de un físico alemán, decir que el individuo es, como el electrón, un Ausgeburt des Felds, una emanación del campo. Tal o tal intelectual particular, tal o tal artista no existe en tanto que tal sino porque tiene un campo intelectual o artístico. (Se puede de este modo resolver la eterna pregunta, cara a los historiadores del arte, de saber en qué momento se pasa del artesano al artista: pregunta que, formulada en esos términos, está casi desprovista de sentido ya que esta transición se hace progresivamente, al mismo tiempo que se constituía un campo artístico en la cual algo así como un artista podía comenzar a existir).
La noción de campo está allí para recordar que el verdadero objeto de una ciencia social no es el individuo, el «autor», incluso si un campo no puede construirse sino a partir de individuos, ya que la información necesaria para el análisis estadístico está generalmente ligada a individuos o instituciones singulares. Es el campo lo que debe estar en el centro de las operaciones de investigación, esto no implica de ninguna manera que los individuos sean puras «ilusiones», que no existan. Pero la ciencia los construye como agentes, y no como individuos biológicos, actores o sujetos; estos agentes se constituyen socialmente como activos y actuantes en el campo por el hecho de que poseen las cualidades necesarias para ser eficientes en él, para producir efectos en él. E incluso a partir del conocimiento del campo en el que están insertos se puede aprehender mejor aquello que hace a su singularidad, su originalidad, su punto de vista como posición (dentro de un campo), a partir de la cual se instituye su visión particular del mundo, y del campo mismo…
Lo cual se explica por el hecho de que a cada momento hay algo así como un derecho de entrada que todo campo impone y que define el derecho a participar, seleccionando así ciertos agentes y no otros…
La posesión de una configuración particular de propiedades es lo que legitima el derecho de entrar en un campo. Uno de los objetivos de la investigación es identificar esas propiedades activas, esas características eficientes, es decir, esas formas de capital específico. Estamos así ubicados frente a una especie de círculo hermenéutico: para construir el campo, hay que identificar las formas de capital específico que serán eficientes en él, y para construir esas formas de capital específico, hay que conocer la lógica específica del campo. Es un vaivén incesante, dentro del proceso de investigación, largo y difícil.
Decir que la estructura del campo -habrán notado que he construido progresivamente una definición del concepto- está definida por la distribución de las especies particulares de capital que son activas en él es decir que, cuando mi conocimiento de las formas de capital es adecuado, puedo diferenciar todo lo que hay que diferenciar. Por ejemplo, y allí está uno de los principios que ha guiado mi trabajo sobre los profesores de universidad, no podemos satisfacernos con un modelo explicativo que sea incapaz de diferenciar personas, o mejor, posiciones que la intuición ordinaria del universo particular opone muy fuertemente, y debemos interrogarnos sobre las variables olvidadas que permitirían distinguirlos, (paréntesis: la intuición ordinaria es totalmente respetable; simplemente hay que estar seguro de no hacerla intervenir en el análisis sino de manera conciente y razonada, y de controlar empíricamente su validez, a diferencia de esos sociólogos que la utilizan inconcientemente, como cuando construyen esas especies de tipologías dualistas que critico en el principio de Homo academicus, tales como «intelectual universal» por oposición a «local»).
Último punto: los agentes sociales no son «particulares» mecánicamente atraídos y empujados por fuerzas exteriores. Son más bien portadores de capital y, según su trayectoria y la posición que ocupan en el campo en virtud de su dotación en capital (volumen y estructura), tienen propensión a orientarse activamente, ya sea hacia la conservación de la distribución del capital o hacia la subversión de dicha distribución. Las cosas no son tan simples, evidentemente, pero pienso que es una proposición muy general, que vale para el espacio social en su conjunto, sin embargo no implica que todos los poseedores de un gran capital sean automáticamente conservadores.
¿Podría precisar qué es lo que entiende por la «doble relación oscura» entre el habitus y el campo y cómo funciona?
La relación entre el habitus y el campo es en primer lugar una relación de condicionamiento: el campo estructura el habitus, que es el producto de la incorporación de la necesidad inmanente de ese campo o de un conjunto de campos más o menos concordantes -pudiendo estar las discordancias al principio expresadas bajo la forma de habitus divididos, hasta destrozados. Pero es también una relación de conocimiento o de construcción cognitiva: el habitus contribuye a constituir el campo como mundo significativo, dotado de sentido y de valor, en el cual vale la pena invertir su energía, de esto se siguen dos cosas: en primer lugar, la relación de conocimiento depende de la relación de condicionamiento que la precede y que da forma a las estructuras del habitus; en segundo lugar, la ciencia social es necesariamente un «conocimiento de un conocimiento» y debe hacer lugar a una fenomenología sociológicamente fundada sobre la experiencia primaria del campo.
La existencia humana, el habitus como social hecho cuerpo, es esa cosa del mundo por la cual hay un mundo: «el mundo me comprende, pero yo lo comprendo», más o menos esto decía Pascal. La realidad social existe, por decirlo de algún modo, dos veces, en las cosas y en los cerebros, en los campos y en los habitus, en el exterior y en el interior de los agentes. Y, en cuando el habitus entra en relación con un mundo social del que es producto, es como un pez en el agua y el mundo se le aparece como obvio. Podría, para que me comprendan, prolongar las palabras de Pascal: el mundo me comprende, pero yo lo comprendo; es porque él me ha producido, porque ha producido las categorías que le aplico, que se me aparece como obvio, evidente. En la relación entre el habitus y el campo, la historia entra en relación consigo misma: es una verdadera complicidad ontológica que, como Heidegger y Merleau-Ponty lo sugirieron, une el agente (que no es un sujeto o una conciencia, ni el simple ejecutante de un rol, o la actualización de una estructura o de una función) y el mundo social (que no es nunca una simple cosa, incluso si debe ser construido como tal durante la fase objetivista de la investigación (1980d, p. 6)).
Esta relación de conocimiento práctico no se establece entre un sujeto y un objeto constituido como tal y formulado como un problema. Siendo el habitus lo social incorporado, está «como en su casa» dentro del campo que habita, que percibe inmediatamente como dotado de sentido a interés. El conocimiento práctico que procura puede describirse por analogía con la phronèsis aristotélica o, mejor, con la orthè doxa de la que habla Platón en el Ménon: del mismo modo que la «opinión recta» «cae sobre lo verdadero», de alguna manera, sin saber cómo ni porqué, la coincidencia entre las disposiciones y la posición, entre el sentido del juego y el juego, conduce al agente a hacer lo que tiene que hacer sin proponerlo explícitamente como un objetivo, de este lado del cálculo e incluso de la conciencia, de este lado del discurso y de la representación.
Sustituyendo la relación construida entre el habitus y el campo por la relación aparente entre el «actor» y la «estructura», lleva el tiempo al corazón del análisis sociológico y, a contrario, revela las insuficiencias de la concepción destemporalizada de la acción de las visiones estructuralistas o racionalistas de la acción.
La relación entre el habitus y el campo, concebidos como dos modos de existencia de la historia, permite fundar una teoría de la temporalidad que rompe simultáneamente con dos filosofías opuestas: por un lado, la visión metafísica que trata el tiempo como una realidad en sí, independiente del agente (con la metáfora del río) y, por el otro, una filosofía de la conciencia. Lejos de ser una condición a priori y trascendental de la historicidad, el tiempo es aquello que la actividad práctica produce en el acto mismo por el cual se produce a sí misma. Porque la práctica es producto de un habitus que es a su vez producto de la incorporación de las regularidades inmanentes y de las tendencias inmanentes del mundo; contiene en ella misma una anticipación de esas tendencias y de esas regularidades, es decir una referencia no thética a un futuro inscripto en la inmediatez del presente.
El tiempo se engendra en la efectuación misma del acto (o del pensamiento) como actualización de una potencialidad que es, por definición, presentificación de un no actual y despresentificación de un actual, lo mismo que el sentido común describe como el «paso» del tiempo. La práctica no constituye (salvo excepciones) el futuro como tal, dentro de un proyecto o un plan armados por un acto de voluntad conciente y deliberada. La actividad práctica, en la medida en que tiene sentido, en que es razonable, es decir engendrada por habitus que están ajustados a las tendencias inmanentes del campo, trasciende el presente inmediato por la movilización práctica del pasado y la anticipación práctica del futuro inscripto en el presente en estado de potencialidad objetiva.
El habitus se temporaliza en el acto mismo a través del cual se realiza porque implica una referencia práctica al futuro implicado en el pasado del que es producto. Habría que precisar, afinar y diversificar este análisis, pero quería solamente hacer entrever cómo la teoría de la prácticaa condensada en las nociones de campo y de habitus permite desembarazarse de la representación metafísica del tiempo y de la historia como realidades en sí mismas, exteriores y anteriores a la práctica, sin abrazar por ello la filosofía de la conciencia, que sostiene las visiones de la temporalidad que se encuentran en Husserl o en la teoría de la acción racional.
*Director de Estudios en la Ecole desd Hautes Etudes en Sciences Sociales.
Fuente: Ciencias Sociales Hoy: aquevedo.wordpress.com

redalyc.org

redalyc.org
Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal
Sistema de Información Científica

Búsqueda de artículos
808
REVISTAS CIENTÍFICAS
21 763
FASCÍCULOS
275 593
ARTÍCULOS A TEXTO COMPLETO
Por país:

REDALYC was developed in 2002 through a research programme of the Autonomous State University Of Mexico (UAEM). The main objectives where to increase the visibility of and access to Ibero-American journals, to develop regional bibliographical indicators for research evaluation and to periodically provide analyses of regional socioscientific networks.
"At the same time, the individual achievements of Mexican scientists are increasingly visible. The recent creation of Redalyc, an open acces journal repository for Latin Amer ica has improved the impact that local research has at a global level and according to UNESCO is an important contribution to improving access to scientific knowledge."
"The World Summit Award Board of Directors hereby declares and certifies that Scientific Journal Network: REDALYC from México produced by Universidad Autónoma del Estado de México has been awarded a Special Mention for Latin America & the Caribbean by the WSA Grand Jury 2009 in the Category e-Science & Technology."
The world summit Award National Committee of Mexico hereby declares and certifies that REDALYC has been selected as Mexico's Best e-Content Application in the Category e-Sciences and Technology.
UNESCO
NATURE
WSA
WSA 2008-2009

Conicet Digital

Un servicio de acceso gratuito que permite la consulta, recuperación y difusión de la producción científico-tecnológica de investigadores, becarios y demás personal del CONICET.
CONICET Digital es la nueva plataforma virtual de acceso abierto que pone a disposición de la sociedad, la producción científico-tecnológica realizada por investigadores, becarios y demás personal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Ver Políticas del CONICET Digital
Buscar en CONICET Digital
Los investigadores, becarios y demás personal de CONICET autoarchivan su producción científico-tecnológica en el Sistema Integral de Evaluación (SIGEVA), estas producciones...
-

Bibioteca de la OEI


Servicio de Información y Documentación especializado en educación, ciencia, tecnología, sociedad e innovación (CTS+I), y cultura en Iberoamérica. Integra todos los servicios de búsqueda y recuperación de información bibliográfica en soporte papel y en formato electrónico
Más información

Por AutoresIr a Búsqueda por Autores
Por MateriasEducaciónCiencia / Tecnología
CulturaEducación y TIC
Otros temas
AvanzadaIr a Búsqueda Avanzada

Por MateriasEducaciónCiencia / Tecnología
CulturaOtros temas
Por PaísesPaísesOrganismos

BibliotecasRevistasOtros enlaces
EducaciónEducaciónDirectorio de Ministerios
Ciencia y TecnologíaCiencia y TecnologíaOtros recursos
CulturaCultura
CC. Sociales y HumanidadesOtros temas

Hemeroteca Digital Brasileña

Hemeroteca Digital Brasileña

Río de Janeiro. La Fundação Biblioteca Nacional pone a disposición de sus usuarios la Hemeroteca Digital Brasileña, un portal de periódicos nacionales (diarios, revistas y publicaciones seriadas) para ser consultado por internet. En ella, investigadores de cualquier parte del mundo pueden tener acceso libre y gratuito a títulos que incluyen desde los primeros diarios creados en el país –como el Correio Braziliense y la Gazeta do Rio de Janeiro, ambos fundados en 1808- a diarios desaparecidos en el siglo XX, como el Diário Carioca y el Correio da Manhã, o que ya no circulan en forma impresa, como el Jornal do Brasil.

Entre las publicaciones más antiguas y raras del siglo XIX se encuentran, por ejemplo, O Espelho, Reverbero Constitucional Fluminense, O Jornal das Senhoras, O Homem de Cor, Semana Illustrada, A Vida Fluminense, O Mosquito, A República, Gazeta de Notícias, Revista Illustrada, O Besouro, O Abolicionista, Correio de S. Paulo,Correio do Povo, O Paiz, Diário de Notícias así como también los primeros diarios de las provincias del Imperio.

En cuanto al siglo XX, se pueden consultar revistas tan importantes como Careta, O Malho, O Gato, así como diarios que marcaron la historia de la imprenta en Brasil, tales como A Noite, Correio Paulistano, A Manha, A Manhã y Última Hora.

Las revistas de instituciones científicas componen un segmento especial del acervo disponible. Algunas de ellas son: Annaes da Escola de Minas de Ouro Preto, O Progresso Médico, la Revista Médica Brasileira, los Annaes de Medicina Brasiliense, el Boletim da Sociedade de Geografia do Rio de Janeiro, la Revista do Instituto Polytechnico Brasileiro, la Rodriguesia: revista do Jardim Botânico do Rio de Janeiro, el Jornal do Agricultor, entre tantos otros.

La consulta, posible a partir de cualquier dispositivo conectado a internet, puede realizarse por título, período, edición, lugar de publicación y hasta por palabra/s. También se pueden imprimir las páginas deseadas.

Además del apoyo del Ministerio de Cultura, la Hemeroteca Digital Brasilera es reconocida por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y cuenta con el apoyo financiero de la Financiadora de Estudos e Projetos (FINEP), que hizo posible la compra de los equipos necesarios y la contratación del personal para su creación y mantenimiento. Hasta el momento ya son más de 5.000.000 de páginas digitalizadas de periódicos raros o extinguidos a disposición de los investigadores, número que se irá acrecentando con la continuidad de la reproducción digital.
[Fuente: FBN]

Biblioteca Digital Trapalanda


TRAPALANDA

Trapalanda era el nombre de una tierra mítica y ensoñada. La buscaron para conquistarla y les fue esquiva. Se convirtió en imagen en el ensayo y nombre de alguna revista.
Para la Biblioteca Nacional es el nombre de una utopía: la puesta en acceso digital de todos sus fondos. Aquí se encontrará el lector con distintas colecciones, en las cuales los libros y documentos que la institución atesora se encuentran en forma digital.

  • Archivo audiovisual
  • Archivo sonoro
  • Documentos fundacionales
  • Exlibris
  • Folletos
  • Fotografias
  • Libros
  • Manuscritos
  • Mapas
  • Materiales graficos
  • Musica impresa y manuscrita
  • Periódicos
  • Publicaciones de la Biblioteca Nacional
  • Revistas

COLECCIÓN SUGERIDA

Manuscritos de Leopoldo Lugones

Poeta, cuentista y ensayista, figura fundamental de la cultura argentina. La colección de manuscritos adquirida por la Biblioteca constituye el archivo público más importante dedicado a su obra. Posee correspondencia, capítulos manuscritos de El payador y de El dogma de obediencia, entre otros.

> Ver Colección completa

BIBLIOTECAS DIGITALES ESPECIALES

  • Biblioteca Digital Mundial
  • Pedro de Angelis
  • Martin Fierro Interactivo
  • Avervo Digital Anotado
  • Biblioteca Digital del Patrimonio Iberoamericano

La Biblioteca Nacional tiene acuerdos de integración de bibliotecas digitales con la Iberoamericana –que incluye varias bibliotecas nacionales de América Latina y España–, y constituye, junto con la Biblioteca Nacional de Brasil, la Biblioteca Virtual Pedro de Ángelis. Al mimo tiempo desarrolla colecciones y acervos de información específicos como el Martín Fierro interactivo y el Acervo digital anotado.

Bibliotecas de Montevideo en Línea

La Intendencia de Montevideo lanzó el catálogo en línea de sus bibliotecas

Montevideo. La Intendencia de esta ciudad tiene una red de 19 bibliotecas públicas, quince de ellas en funcionamiento y las otras cuatro en procesos de reapertura y reacondicionamiento. Los servicios que ofrecen son gratuitos y la colección total comprende alrededor de 65.000 ejemplares de 8.000 títulos.

Por esto, la Intendencia creó este catálogo en línea que habilita búsquedas personalizadas por tema, título de publicación, autor o biblioteca. Según dijo un vocero: “El sistema detalla la información del material bibliográfico, la cantidad de copias existentes y la disponibilidad según cada biblioteca”.

El material disponible en las bibliotecas puede leerse en las salas o llevarse al hogar en préstamo. Además de libros, las bibliotecas cuentan con un importante acervo de “revistas, juegos y soportes audiovisuales, como vídeos, DVD y CD-ROM”, señalan desde la Intendencia.

Las bibliotecas, a su vez, ofrecen un espacio particularmente pensado para los niños, con sitios específicos dedicados a promover la lectura entre los más pequeños, además de actividades recreativas y lúdicas. Funcionan asimismo como centro de actividades educativas y de formación, recreativas y sociales de la comunidad donde se encuentran.
[Fuente: La red 21]

Revistas de la Universidad de Córdoba

TODAS LAS REVISTAS DE LA UNIVERSIDAD DISPONIBLES EN LA RED

La Universidad Nacional de Córdoba se une al acceso abierto

Córdoba. La Universidad Nacional de Córdoba presentó el nuevo portal de revistas producidas por esa casa de estudios y el video institucional de la Oficina de Conocimiento Abierto (OCA), que puede verse aquí mismo.

Frente de sobreabundancia de información que caracteriza a internet, estas plataformas ofrecen un valor adicional que el lector puede agradecer: el material que publican debió pasar antes por un proceso de revisión y validación —habitualmente a cargo de sus pares en las distintas disciplinas— que garantizan un piso de rigor científico. Los portales de revistas como Latindex, SciELO y Redelayc se destacan por la calidad y la diversidad de las temáticas que abarcan. También hay espacios enfocados a campos específicos, como el sitio web de CLACSO y el repositorio de la Alianza de Servicio de Información Agropecuaria.

En esa línea, la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) cuenta ahora con su portal de revistas científicas, académicas y culturales, que hoy ofrece 57 títulos en línea elaborados por docentes e investigadores de sus diversas facultades y centros miembro. La UNC es la segunda universidad en todo el continente, después de la de Harvard, con un área específica para estos menesteres: la Oficina Conocimiento Abierto, creada en 2014. Desde allí se pretende concientizar sobre el tema, promover la producción de publicaciones científicas y capacitar a investigadores, editores, becarios, estudiantes de posgrado y bibliotecarios en el uso de programas de código abierto para gestionar estas plataformas, según apunta su directora, Alejandra Nardi.
[Fuente: OCA]