martes, 23 de agosto de 2016

"Chicos, no corran": El dilema de los recreos accidentados

Crece el debate sobre cuánto intervenir para controlar a los alumnos
El rincón de disfraces en la escuela Malvinas Argentinas
"Hola chicas, el viernes en el recreo Felipe se golpeó contra la pared, se cortó la frente y sangró mucho. Los que vieron la situación dicen que estaban jugando a la lucha con otros varones y que uno lo empujó tan fuerte que salió volando. Estaría bueno que charlemos con nuestros hijos para intentar evitar ese tipo de juegos y, más aún, no termino de entender cuál es la función de las maestras para que esto no ocurra."
El mensaje de Victoria Senosian, madre de Felipe, encendió el chat de las madres de 1° A de un colegio privado de la Capital. Después de su planteo, la respuesta llegó en cascada, con más de 40 mensajes de otras madres, preocupadas por el caso y por la repetición de este tipo de episodios: los recreos accidentados.
Patadas voladoras, empujones, corridas y juegos bruscos que inventan los propios chicos, como "el loco", una especie de lucha donde gana el primero en lograr que su rival toque el piso con la espalda (como en el caso de Felipe, aunque esta vez terminó contra la pared), son algunas de las situaciones más frecuentes que relatan los padres y los maestros. Muchas terminan con algún chico lastimado.
También, y como reconocen en algunos colegios privados y públicos, la infraestructura edilicia no ayuda: patios y terrazas chicos para muchas divisiones y pocos espacios para la recreación.
Según las estadísticas de una de las empresas de servicios de emergencias médicas que trabajan con instituciones públicas y privadas de la Capital y el Gran Buenos Aires, y que atiende este tipo de urgencias, la mayoría de los accidentes son leves (95% de los casos). En la lista de los más frecuentes están los traumatismos de cráneo (37%), los traumatismos de miembros superiores (32%) y las heridas cortantes (10%), mientras que el 21% restante pertenece a traumatismos de miembros inferiores y otros tipos de lesiones diversas.
"El año pasado atendimos 30.700 casos de niños accidentados por trauma, y de ese total de pacientes el 69% correspondió a llamadas de escuelas, lo que representa un universo de 21.120 niños del nivel inicial y primario -detalla Silvio Aguilera, especialista en emergentología y director médico de Vittal-. Si bien no hay registro exacto de dónde sucedió el accidente, por el detalle reportado se confirma que los recreos, en primer lugar, y las clases de gimnasia, después, son los ámbitos más usuales."
El ajedrez, una opción de entretenimiento y aprendizaje
El ajedrez, una opción de entretenimiento y aprendizaje. Foto: Mauro Alfieri
Los directivos de las escuelas consultadas por LA NACION consideran que estos momentos de recreación son imprescindibles para que los niños se distraigan, conversen, tomen la merienda y jueguen de manera libre, sin consignas establecidas. "Pero como todo espacio y tiempo de libertad requieren del límite del adulto que los ayude a aprovecharlos sin sufrir una consecuencia que los perjudique", dice Diana Capomagi, asesora pedagógica de la Red Vaneduc. En consecuencia, tanto Capomagi como el resto de los directivos consultados por LA NACION, aseguran que cuando se detecta una situación que puede ser peligrosa, hay que intervenir de inmediato.
Ante tal panorama, y como una estrategia para disminuir este tipo de episodios, Miriam Nocciolino, directora de la escuela de educación primaria Malvinas Argentinas, en Beccar, que depende de la Municipalidad de San Isidro, realizó una encuesta dirigida a sus alumnos y docentes donde se les preguntaba qué tipo de juegos les gustaría tener en la escuela para disfrutar de los momentos libres.
Según cuenta Nocciolino, tenía un doble objetivo. "Por un lado, queríamos evitar los accidentes, pero también ofrecerles a los chicos un plus para sus momentos de recreación. La participación fue todo un éxito y como resultado se armó un proyecto con 11 estaciones de juego. Además, para que todos pudieran disfrutar de la nueva propuesta repensamos los horarios en los que cada grado tomaba el recreo y los agrupamos por edades".
"La verdad -continuó- es que funcionó mejor de lo que esperábamos y la adhesión fue total. Los chicos que quedan deambulando son muy pocos y los accidentes bajaron notablemente. Si antes llamábamos unas 20 veces por mes al servicio de emergencias, ahora llamamos cinco, y las heridas cortantes casi desaparecieron."
Otro es el caso de María Laura Echeverría, madre de Facundo, que un día llegó después del colegio, doble turno y de enseñanza bilingüe, con una marca en el cuello. "Cuando se iba a bañar vi que tenía una raya, como quemado. Cuando le pregunté me dijo que habían estado jugando en el recreo a los policías y ladrones y que con una soga tenían que atraparse. Me contó que uno de los chicos había tirado muy fuerte de la soga y por eso se había lastimado". Al otro día, Echeverría pidió una reunión con la maestra, y la respuesta no la convenció demasiado. "Me dijo que había estado jugando con unas telas de los disfraces, y que en el momento ella intervino. Pero la verdad es que a mí me preocupa, me parece que deberían estar más encima y marcarles lo que está bien o mal, porque que hay juegos que son peligrosos".

Desde ajedrez hasta metegol

Ajedrez; bowling; rincón de disfraces; de bloques; una pista de autos a la que le pusieron de nombre el rincón de educación vial; rayuela, soga y elástico; sector de muñecos; de cine -con almohadones y colchonetas donde se proyectan videos cortos-, y, como sorpresa y para festejar el Día del Niño, esta semana se agregan dos aros de básquet y un metegol en la escuela pública de Beccar. "La municipalidad nos acompañó en el proyecto, y como lo tenemos documentado la idea es poder compartirlo con cualquier otra institución. Que se replique en otras escuelas", añade Nocciolino.
¿Qué hacen las maestras mientras los chicos juegan? La pregunta de los padres es obligada ante la noticia de que su hijo se lastimó en el recreo. "En nuestro caso siempre están presentes, y muchas veces también proponen actividades, pero sin coordinarlas -cuenta Virginia Sturm, vicedirectora del nivel primario de la Nueva Escuela Argentina 2000-. Los chicos están ocho horas bajo la coordinación permanente de sus actividades, y la idea central del recreo es que el chico pueda decidir con autonomía a qué quiere jugar."
Claro que los accidentes no son ajenos tampoco en esta institución, por eso el equipo directivo decidió pautar los espacios disponibles -que no son lo suficientemente grandes como para contener a todos los alumnos juntos- y activar distintas propuestas. "Primer grado va a una determinada terraza los lunes, por ejemplo. Una vez por semana habilitamos un patio para los que quieren jugar al fútbol. También hay juegos de mesa disponibles o la biblioteca, para los que tiene ganas de leer", señala Sturm. Y agrega: "La mirada del adulto está presente en todo momento, pero los chicos corren, se chocan y también se lastiman".

"Momento de descarga"

A Sofía, de 9 años, y con el argumento de que pueden lastimarse, le prohibieron correr en los recreos. "No me parece bien, creo que es un momento de descarga necesario. Prohibirles que corran cuando están todo el día sentados en el aula me parece una locura", se queja Carolina, su madre.
Con respecto a este tema, Capomagi opina que "si una sola norma fuera la solución, pensar y planificar los tiempos de trabajo y de recreación no acarrearía ningún debate. Correr sí o correr no es simplificar demasiado lo que se «juega» cuando nos encontramos con muchos chicos haciendo lo que desean". Por eso, dice la experta, hay varias formas de entretenerse sin llegar al posible accidente.
"Mucho depende de los espacios con que se cuenta, y por eso mismo no existe una sola receta. En el nivel primario es donde más énfasis ponemos en la planificación, ya que el juego forma parte esencial de la propuesta educativa en forma permanente. En el nivel secundario, los adolescentes están en época de compartir más charlas que rayuelas y escondidas", argumenta.
De todas maneras, Capomagi considera que "el trabajo docente previo es el que más incidencia tiene para que los recreos no sean «descarga descontrolada». Hay un antes y un después: cómo nos preparamos para descansar y hacer algo distinto y cómo volvemos a organizarnos para seguir con las clases en armonía".

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