Este año todos los indicadores laborales empeoraron y el desempleo juvenil no fue la excepción. “Los jóvenes ingresan al mundo del trabajo a través de los empleos más precarios y en el sector del comercio y servicios, los que más han sido golpeados por la caída del consumo este año. Fueron los primeros sectores de la economía en donde se retrajo el empleo, a diferencia del sector industrial, donde es más costoso despedir a un trabajador”, explicó a este diario el diputado del Parlasur y ex ministro de Educación, Daniel Filmus, coordinador junto a Fabiola Carcar del equipo de investigadores del Citra-Conicet que estudiaron los microdatos de la EPH y detectaron que en el segundo trimestre la desocupación juvenil (entre las personas de 15 a 24 años) creció del 19 al 24,6 por ciento. El incremento de más de cinco puntos porcentuales supera al avance de la desocupación general, que subió de 6,6 a 9,3 por ciento en ese período. El propio instituto de estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires calculó que el desempleo en ese distrito creció de 8,6 a 10,5 por ciento.
El 24,6 por ciento actual de desempleo juvenil está por encima del rango del 18/19 por ciento que verificó ese indicador en el período 2010-2015 y supera también el escalón de 2007. A comienzos de los `90, antes de la aplicación del programa neoliberal, el desempleo juvenil estaba en el 17,8 por ciento y alcanzó un pico del 37,2 por ciento en la crisis de 2002. A partir de allí, presentó una paulatina caída hasta la fase de estancamiento entre 2011-2015 y ahora volvió a mostrar un repunte.
El informe de los investigadores del Citra-Conicet también destaca que durante el último año creció la intensidad del desempleo juvenil, ya que se redujo del 68,6 al 66,5 por ciento los jóvenes que desde hace seis meses que buscan trabajo, mientras que el porcentaje de los que hace más de seis meses que están en esa búsqueda subió de 31,4 al 33,5 por ciento. Por otro lado, el año pasado la desocupación juvenil entre las mujeres estaba en el 22,7 por ciento, superior al 17,1 por ciento de los varones, mientras que este año los números pasaron al 30,33 y 21,6 por ciento, respectivamente.
“Cuando se restringe el mercado de trabajo, los que tienen más calificación se ubican primero en la fila de la búsqueda, entonces el profesional ocupa el puesto del que tiene secundario completo y éste el puesto del que no terminó el secundario. Por eso, los jóvenes más afectados por esta situación son los que tienen secundario incompleto”, agregó Filmus.
Más precarización
Como antesala del proyecto de primer empleo, el Gobierno firmó un acuerdo con la empresa McDonalds que avaló la contratación de trabajadores jóvenes por un salario de 4500 pesos para cubrir una jornada laboral de siete horas. El oficialismo prometió la creación de 5 mil puestos de trabajo estables, aunque por ahora fueron sólo 200. El convenio está cuestionado por la CTA en la Justicia. “Genera que un trabajador joven cobre por debajo del salario mínimo y alrededor de la mitad que otro empleado formal que realiza la misma tarea”, explicó a PáginaI12 Matías Zalduendo, Secretario Nacional de Juventud de la CTA, que ganó la apelación en segunda instancia en la Justicia para anular el convenio, al que considera como violatorio de la legislación vigente.
En un reciente documento, la OIT criticó este tipo de iniciativas. “Las altas tasas de desempleo juvenil pueden ser un reflejo de la mayor probabilidad de los jóvenes de desempeñarse en algún trabajo temporario o part-time en relación a los adultos. Estas formas de empleo están asociadas a bajos salarios, limitado acceso al entrenamiento laboral, lento avance de la carrera laboral y bajos niveles de protección social. Todo eso se combina para reducir la protección de los jóvenes en el mercado laboral y su ingreso potencial. Hay limitada evidencia de que este tipo de trabajos mejore las chances de los jóvenes para conseguir un trabajo a tiempo completo”, dice la OIT.
Además, la idea de incentivar el ingreso de los jóvenes al mercado laboral como forma de solucionar los problemas del desempleo parte de una concepción equivocada del problema. “Los jóvenes no enfrentan mayores dificultades de acceso al empleo que las halladas por los adultos. La permanencia de los jóvenes en situaciones de desempleo es similar o menor que la observada en los adultos. Por consiguiente, el elevado desempleo juvenil no se explica por la presencia de barreras generalizadas a la entrada al empleo”, explica el documento “Diagnóstico del desempleo juvenil” elaborado hace varios por el Ministerio de Trabajo. El problema, en cambio, es que los jóvenes son los primeros que echan las empresas a la hora del ajuste.
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